Antonio Machado, El Cantar de Mio Cid, Gustavo Adolfo Bécquer, Gerardo Diego, Avelino Hernández, Mercedes Álvarez ...

miércoles, 13 de junio de 2012

Pequeños detalles que se hacen grandes


Uno de los momentos más especiales del viaje fue el descubrimiento de  la Laguna Negra: hacer un recorrido de unos 2 quilómetros por la nieve y llegar a un lugar mágico,  en el que uno de los mejores autores de nuestro país  se inspiró para crear parte de su obra, fue simplemente espectacular. El  ambiente que se respiraba en ese lugar era diferente al del resto de la montaña. Había  una tranquilidad extraña, como si la laguna escondiera algo en el fondo, un misterio que no  conocíamos, pero que teníamos ante nuestros ojos. No era difícil entender por qué Machado situó allí la trágica historia de los Alvargonzález.
Aunque si tuviera que escoger el momento más emotivo de nuestros días en Soria,  estoy seguro que escogería la visita a Valdegeña, el pueblo de Avelino Hernández, que visitamos guiados por su hermano Ricardo. Ricardo nos enseñó algunos de los lugares en los que él y Avelino crecieron y otros sitios emblemáticos del pequeño pueblo, como el museo que había  creado con fotos de época y  las herramientas que se usaban antiguamente en el campo.  Ricardo también nos explicó algunas anécdotas de sus vecinos e historias que se contaban por esos parajes. Y nos enseñó algunas de las técnicas que se utilizaban antiguamente en las faenas del campo  y  en otros oficios.  La despoblación de Valdegeña y de otros pueblos sorianos inspiró uno de los temas fundamentales de la literatura de Avelino Hernández: el sentimiento de pérdida que la desaparición de un  pueblo conlleva. Cualquier  pueblo esconde recuerdos de la gente que ha vivido en ellos,  palabras que no se conocen en otras zonas, lugares llenos de historia... y todo ello, si un pueblo desaparece, se va a perder y va a quedar olvidado.
Finalmente el momento más divertido de todos (aparte de las noches en el albergue con los amigos), fue sin duda, la comida en el Restaurante Mari Carmen, donde  nos pudimos sentir adultos, ya que bebimos vino a nuestras anchas y conversamos con nuestros compañeros y compañeras como si tuviéramos 25 años. Lástima que no todo acabó del todo bien, ya que algunos abusaron de la confianza.
Albert Millán

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