Hoy, jueves 19 de abril del 2012, me he despertado en Soria. Estamos
alojados en el camping-albergue Entrerrobles, un lugar sencillo pero
acogedor. Bernadette, Irene y yo estamos
alojadas en el hostal. La habitación no es muy grande, pero para las tres está
bien. Al entrar a la habitación a mano derecha está el baño y todo recto, a
tres metros, la cama de Irene, junto a una mesita de noche que la separa de la
litera donde dormimos Bernadette y yo. Tres maderas sirven para colgar la ropa.
Son las 9:30. Hoy los profesores no
han dejado dormir un poco más. He mirado por la ventana, llovía. Nos hemos
vestido y hemos ido a desayunar. El
comedor no es muy grande, pero cabemos todos y, lo más importante, se come bien.
Hemos ido a Valdegeña, un pueblo pequeño de 7 habitantes. Allí nos esperaba Ricardo, el hermano de
Avelino Hernández, el autor de Mientras
cenan con nosotros los amigos, la novela que hemos leído recientemente. Ricardo es una persona maravillosa: humilde,
gentil, natural, agradable, generosa... Nos abrió las puertas de su casa, una
casa curiosa y, como todo allí, acogedora, una casa antigua pero bonita y bien
cuidada. Ricardo, es una persona que se interesa por conservar los valores de
siempre que valen la pena. Tuvo bonitos detalles con nosotros, como por ejemplo explicarnos,
siempre con una sonrisa en la cara, cosas de su vida y de su familia, cosas
privadas que no tenía porque explicarlas. Algunas actividades de Ricardo me llamaron mucho la atención: ha luchado por poner
una casa rural en el pueblo, ha abierto un museo, donde, como nos explicaba con
cariño, muchas cosas de las cosas que se exponen han sido hechas o recuperadas
por él.
Valdegeña es un pueblo pequeño pero precioso. Nada más llegar, en la pared
de una casa resaltaba una gran frase que decía: "Valdegeña también es mi
pueblo", debajo de esta frase había teselas donde la gente firmaba, como recuerdo
a su paso por allí. Pero lo que más me ha gustado del pueblo es la parte de
arriba donde se encuentra una pequeña iglesia, una iglesia muy pequeña y
recogida, desde mi punto de vista,
preciosa. A Ricardo esta iglesia le trae
muchos recuerdos de su infancia.
Moncayo |
La iglesia está situada en lo más alto del pueblo, donde se encuentra el
mirador. Desde allí se observa un paisaje precioso del Moncayo, una
montaña a la que Machado hace mucha referencia en sus poemas. Ahora entiendo la admiración de Antonio
Machado por el paisaje soriano: seguro que le transmitía tanta serenidad como a
mí me ha transmitido. El paisaje de Soria es una maravilla, no sé si es porque
esos campos tan vivos y tan verdes son diferentes a lo que veo normalmente,
pero a mí el paisaje de estas tierras me ha fascinado: las vistas desde el
mirador, lo que veo por la ventanilla del autobús, el increíble paisaje de Río
Lobos, el paseo por el rio Duero... Tal
vez sea porque aquí todo es mucho más natural y el campo no está tan machacado
como cerca de Barcelona.
Después hemos ido todos a comer al Hostal Mary, que estaba en Matalebreras,
un pueblo cercano. La comida ha estado muy bien. ¡Daba gusto vernos a todos
juntos comiendo!
Por la tarde hemos ido a visitar el pozo Román, pues unas compañeras iban a
representar allí "La leyenda de los ojos verdes" de Bécquer. El
paisaje de Soria me sorprendía otra vez: esa pequeña laguna escondida en el
bosque me ha dejado sin palabras. Me dio mucha pena que se pusiera a llover y
que nos tuviéramos que ir rápidamente de allí.
Luego hemos ido a Noviercas, el pueblo donde vivió Bécquer una casa hoy en día en ruinas. Me parece una
lástima que la casa de los padres de Casta Esteban, la mujer de Bécquer, esté
en ese deplorable estado. La historia de Bécquer y Casta me ha parecido muy
interesante y curiosa. Imaginártelo, mientras te lo cuentan, es como sumergirte en otro mundo. Al parecer
Casta tuvo un romance con un bandolero, conocido por los sobrenombres de
HiIarión o el Rubio, y de esa relación nació su tercer hijo. Bécquer y Casta se
separaron entonces, pero Bécquer reconoció a ese niño como propio y siguió mandando dinero para Casta y para el
niño. Cuando muere su hermano Valeriano,
Bécquer regresa con su familia, pero cuatro meses después también muere. Cuando
Casta quedó en una situación económica muy precaria y cuando consiguió rehacer
su vida casándose de nuevo, Hilarión, el Rubio, mató a su segundo esposo. Según
cuenta una leyenda, el Rubio murió en un tiroteo que siguió a un espectacular
robo (encerraron a todos los vecinos en la iglesia) que tuvo lugar en Beratón,
el pueblo más alto de Soria.
En Noviercas también hemos visitado un torreón árabe donde -como nos ha
explicado Montse, nuestra guía allí- se refugiaba la gente cuando eran el
pueblo era atacado por los enemigos cristianos. En esta misma torre nuestras compañeras han
escenificado, y muy bien, la “Leyenda de los ojos verdes”. Desde la azotea del torreón
el paisaje era increíble. Ha sido una sensación maravillosa poder visualizar
esa panorámica única de los campos de Castilla.
Luego fuimos a la tienda de Montse,
donde mucha gente compró embutido soriano para llevárselo a casa. Yo
personalmente no, pues, como mi madre es
carnicera, he pensado que si le llevo un chorizo de regalo, me mata.
Tras cenar en el hostal de Valdeavellano, estoy en la habitación
escribiendo este diario. Ahora bajaremos a la pequeña fiesta de despedida que
se ha organizado ¡Seguro que nos lo pasamos bien!
Raquel Pacheco
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