En este fantástico viaje a Soria, hemos visto pasajes
asombrosos como el inmenso cañón del Río Lobos, nos ha emocionado la pasión con
que Ricardo Hernández trabaja por la restauración y pervivencia de Valdegeña,
nos ha deslumbrado el magnífico claustro de
la iglesia de San Juan del Duero,
que ofrecía una sorprendente diversidad arcos cruzados, y nos hemos asombrado con el misterioso torreón
árabe de Noviercas, pero quizás lo que más me ha gustado ha sido La Laguna Negra.
Laguna Negra |
Me asombré desde el principio, cuando por la ventana del
autobús. empecé a ver de repente pequeñas charcas de nieve en la montaña (durante todo el viaje no habíamos visto
nieve) y me asombre todavía más cuando, al llegar a nuestro destino, vi que más
de un palmo de nieve cubría por entero nuestras zapatillas de deporte. Subimos
la montaña nevada con ropa de calle, pero el frio y los nervios (ese día me tocaba
a mí recitar), valieron la pena. En la
cumbre vimos un hermoso lago de aguas negras rodeado de nieve. Allí, según nos contaron, tuvo lugar la horripilante
historia de la familia de Alvar González. Y
allí un amigo y yo, recitamos fragmentos del ese largo romance en que Antonio Machado resume esa trágica historia. Aunque
con manos temblorosas -por el frío y por
esos nervios que siempre aparecen al hablar en público, creo que recitamos bastante
bien.
Cuando bajamos al autobús, ni el frío ni el cansancio acumulado nos
impidieron correr, saltar, jugar con la nieve blanca o disfrutar, junto a buenos
amigos, de ese paisaje tan maravilloso.
GERARD
VIDAL
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