Yo voy a narrar el primer día. ¿El motivo? Pues que fue
el día en que empezó todo, el día en que
pasamos muchas horas en el autocar, el día en que compartimos instantes y charlas con personas a las que
quizás nunca habría conocido, el día en que nos reencontramos con Pepe y César
Sanz, el día en que descubrimos cada rincón del albergue, el día en que los dos
Martí, Albert y yo cantamos delante de mucha gente importante (de la viuda y
del hermano de Avelino Hernández, de César y Pepe, de nuestros profesores), en
fin, el día, en que tuvimos más emoción acumulada en nuestro interior.
Para mí el día empezó a las seis de la mañana. Quería
terminar de pulir algún asunto que otro en mi maleta y cambiarme con bastante
margen de tiempo. A las siete iniciamos
el camino hacia Soria. En el bus no pude dormir casi nada, ya que estuve todo el tiempo intercambiando
impresiones sobre el viaje con el de al lado.
La primera parada fue Medinacelli, un pueblo muy
importante en El Cantar de Mio Cid.
Allí comimos y allí, por el fuerte viento que había, notamos ya la inclemente
primavera soriana. Paseamos por las viejas calles y unos compañeros nos ofrecieron
un hermoso espectáculo juglaresco.
Luego nos dirigimos a Soria, concretamente al Casino de la Amistad. Allí
debatimos en torno al libro Mientras
cenan con nosotros los amigos con familiares y amigos de Avelino Hernández.
Fue un diálogo con algo de tensión debido a algunas delicadas preguntas que le
hicimos a la viuda de Avelino, Teresa Ordinas, pero también con un toque de
humor, introducido siempre por Pepe
Sanz.
Llegó el gran momento: el homenaje a Machado. Todo el
tiempo que habíamos dedicado mi grupo a preparar nuestra interpretación, habría
valido la pena si salía bien. Y salió bien, creo. No hay mayor satisfacción que
la gente te muestre su gratitud después de haber pasado nervios, apuros y haber
dedicado bastante tiempo a este trabajo. Las compañeras que bailaron y
recitaron también lo hicieron muy bien. ¡Qué pasada poder actuar en el lugar en
que Machado se reunía con sus amigos de Soria!
Finalmente llegamos al albergue de Valdeavellano de Tera, donde la relación
calidad-precio y la hospitalidad
recibida, me pareció más que bien.
En definitiva un gran inicio de una semana en la cual vivimos muchas
emociones.
Oriol Celis
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