Pasión, poesía
delirante e ilusionada. Aunque sobrecogen, cuando los descubrí sólo me vinieron
a la cabeza estas inocentes y extrañas palabras. Hacía por fin sol y
yo estaba allí, atravesando el Duero y adentrándome en la poesía más íntima y
más profunda de Machado. Era un martes -un 17 de abril de 2012, exactamente a
las 14,15h- y no me creía lo que veía:
aquel era un paisaje de esperanza, era el paisaje más puro que mis ojos habían
visto nunca. Me quedé asombrada. No era esperanza... Era una apuesta clara por
el amor perenne y era el paisaje soriano
quien la incitaba. Junto al puente que cruzaba, vislumbraba nada menos que la ermita de San Saturio en la plenitud de su
barroco exultante y los álamos y los chopos que nos rodeaban.... Fue entonces
cuando me fijé en que el puente estaba
lleno de cerrojos cicatrizados con nombres de personas que se aman, o que, al menos, algún día se amaron.
Y me di cuenta que eran las palabras escritas por Machado las que daban sentido a esos objetos
enigmáticos. Un puente lleno de cerrojos no tiene sentido, pero asociado a la
poesía de Machado (“álamos del amor cerca del agua/que corre y pasa y
sueña,/ álamos de las márgenes del Duero,/conmigo vais, mi corazón os lleva!”) se convierte en un lugar dotado
de sentimientos, un lugar singular,
único e inefable. Intuía que esos cerrojos que veía prolongaban y completaban las
célebre cicatrices machadianas que también veía en los árboles, las de los “chopos
del río, que acompañan/ con el sonido de sus hojas secas/el son del agua,
cuando el viento sopla” y que, “tienen en sus cortezas/grabadas iniciales que
son nombres de enamorados, cifras que son fechas”. Paseaba por
encima del puente y contemplaba lo que me rodeaba: el agua fría, la vegetación
congénita, perseverante, e insólita... Me gustaba ser la primera en cruzar el
puente, ver las emociones y reacciones
de mis compañeros: estaban divertidos, algunos se paraban a leer los nombres...
Me atrevo a afirmar que había nombres de todas partes del mundo. Otra prueba más
de que Machado es un símbolo universal, un icono para todos aquellos que comparten el afán de nutrir el alma con poesía. Pero, ¿quién
sabe la historia que esconden cada uno de estos cerrojos..? ¿Quién sabe el
motivo que les ha llevado a dos enamorados a viajar a este puente de una ciudad
remota y jurarse amor eterno? ¿Quizá la
enfermedad? ¿Quizá ...?
Claudia Brunet
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