Antonio Machado, El Cantar de Mio Cid, Gustavo Adolfo Bécquer, Gerardo Diego, Avelino Hernández, Mercedes Álvarez ...

martes, 5 de junio de 2012

Entre San Polo y San Saturio: las cicatrices del amor



         Pasión, poesía delirante e ilusionada. Aunque sobrecogen, cuando los descubrí sólo me vinieron a la cabeza estas inocentes y extrañas palabras. Hacía por fin  sol  y yo estaba allí, atravesando el Duero y adentrándome en la poesía más íntima y más profunda de Machado. Era un martes -un 17 de abril de 2012, exactamente a las 14,15h- y no me  creía lo que veía: aquel era un paisaje de esperanza, era el paisaje más puro que mis ojos habían visto nunca. Me quedé asombrada. No era esperanza... Era una apuesta clara por el  amor perenne y era el paisaje soriano quien la incitaba. Junto al puente que cruzaba, vislumbraba  nada menos que la  ermita de San Saturio en la plenitud de su barroco exultante y los álamos y los chopos que nos rodeaban.... Fue entonces cuando  me fijé en que el puente estaba lleno de cerrojos cicatrizados con nombres de personas que  se aman, o que, al menos, algún día se amaron. Y me di cuenta que eran las palabras escritas por Machado  las que daban sentido a esos objetos enigmáticos. Un puente lleno de cerrojos no tiene sentido, pero asociado a la poesía de Machado (“álamos del amor cerca del agua/que corre y pasa y sueña,/ álamos de las márgenes del Duero,/conmigo vais, mi corazón os lleva!”) se convierte en un lugar dotado de sentimientos, un lugar  singular, único e inefable. Intuía que esos cerrojos que veía prolongaban y completaban las célebre cicatrices machadianas que también veía en los árboles, las  de loschopos del río, que acompañan/ con el sonido de sus hojas secas/el son del agua, cuando el viento sopla” y que, “tienen en sus cortezas/grabadas iniciales que son nombres de enamorados, cifras que son fechas”. Paseaba por encima del puente y contemplaba lo que me rodeaba: el agua fría, la vegetación congénita, perseverante, e insólita... Me gustaba ser la primera en cruzar el puente,  ver las emociones y reacciones de mis compañeros: estaban divertidos, algunos se paraban a leer los nombres... Me atrevo a afirmar que había nombres de todas partes del mundo. Otra prueba más de que Machado es un símbolo universal, un icono para  todos aquellos que comparten el  afán de nutrir el alma con poesía. Pero, ¿quién sabe la historia que esconden cada uno de estos cerrojos..? ¿Quién sabe el motivo que les ha llevado a dos enamorados a viajar a este puente de una ciudad remota y  jurarse amor eterno? ¿Quizá la enfermedad? ¿Quizá ...?
Claudia Brunet

No hay comentarios:

Publicar un comentario