Antonio Machado, El Cantar de Mio Cid, Gustavo Adolfo Bécquer, Gerardo Diego, Avelino Hernández, Mercedes Álvarez ...

jueves, 30 de abril de 2015

Un logro

Los viajes tan intensos tardan en asentarse en mi memoria. Las pocas horas de sueño y tantas experiencias ocurridas durante tan pocos días explican que haya cosas que ya no recuerde. Pero hay un momento que nunca marchará…
El mediodía del miércoles la adrenalina empezó a correr por mis venas. Mis amigos más íntimos me vieron disimular con afán el temblor de mis piernas. Sabía que ese era mi momento. Me invitaron a sentarme en una barandilla, y todo empezó. Martí leía una breve introducción “A un Olmo Seco”, mi poema, pero yo no le oía. De pequeña había practicado taekwondo y aún conservo una de sus técnicas. Me concentré en no pensar en nada, solo en sentir. Cuando llegara el momento, no tendría que recurrir a la memoria para recitar el poema, sino que el poema de Antonio Machado, (ese poema tan lleno de descripciones hermosas, haría cantar al olmo.

Mientras recitaba que “algunas hojas verdes le han salido”, sentía la luz cálida filtrándose a través de los tejados, mi mano acariciando la baranda fría y lisa, el suave viento moviendo mi melena. El silencio persistía y, en él, mil ojos que me observaban. Entre esos ojos pude ver fortuitamente la sonrisa reconfortante de Irene, el pulgar de Claudia, a Sandra que se había procurado estar frente a mí todo el tiempo en que durara el poema, lo atenta que estuvo Nuria hasta el final…


No fue hasta que me aplaudieron, cuando me di cuenta de que había acabado, que mis temores eran innecesarios y que tanta desconfianza era sólo un fantasma de mi mente. No podía creérmelo: lo había conseguido.

Susanna Abdalla Masana