Antonio Machado, El Cantar de Mio Cid, Gustavo Adolfo Bécquer, Gerardo Diego, Avelino Hernández, Mercedes Álvarez ...

jueves, 3 de mayo de 2012

Mi mejor momento: “En el Casino de la Amistad Numantina”


Sin duda el viaje a Soria me ha sorprendido. Recuerdo que al principio no quería ir y que al final me hubiera quedado más días.
Hemos vivido muchos buenos momentos, pero yo me quedo con uno del primer día, que nos ayudó a empezar la semana de buena manera. Nos encontrábamos en el Casino de la Amistad Numantina.  Justo hacía unos minutos que habíamos terminado la tertulia de Mientras cenan con nosotros los amigos con Teresa y Ricardo (viuda y hermano de Avelino Hernández) y   los ya conocidos Pepe y César Sanz.  También habíamos podido disfrutar de una recitación de Aleix  y de Noemí  (el poema “El pasado efímero” de Machado)   y de la gran actuación musical de Martí Roig, Martí Parellada, Albert y Oriol. Pero yo sabía que aún tenía que llegar el gran momento: el momento de la  interpretación (recitada, musicada, cantada y bailada) del poema “Sueño infantil” de Antonio Machado, el gran protagonista de este viaje.  Gemma tocaba el piano, Marta recitaba, Gisela cantaba y Lara, Sara y Elena bailaban. Tenía realmente muchas ganas de ver esa actuación porque hacía tiempo que, conociendo su gran nivel,  quería ver a Sara actuando.  No esperaba menos, pero lo  hicieron perfecto. Cada una en su función y todas al unirse, consiguieron emocionarme y ponerme la piel de gallina. Sinceramente sentía envidia: ¡ ojalá yo pudiera hacer la mitad de las cosas que ellas hicieron! Yo veía que ellas  sentían intensamente lo que hacían y consiguieron transmitirme su pasión. Fue una pena que su actuación no hubiera sido más larga, porque me hubiera quedado ahí disfrutando mucho más tiempo  de algo tan bonito como aquello. Todo fue estupendo: el salón rojo,  el piano, el baile, la recitación y el canto. Creo que fue la mejor actuación del viaje y,  por eso,  la recuerdo tanto y creo que la recordaré siempre.
Me gustaría destacar, por último, otro pequeño momento,  el  que cerró  la semana. La subida hasta la Laguna negra fue dura y cansada, sobre todo porque el suelo resbalaba mucho y nos impedía andar con facilidad, pero sin duda esos  1,7 quilómetros valieron la pena:   la imagen con la  que nos encontramos al final del camino era espléndida. La naturaleza más esplendorosa,  que tanto valoraba Antonio Machado.
Creo que dos objetivos del viaje eran   captar el sentido de los diferentes poemas y  textos que hemos escuchado  estos días,   y  escuchar y comprender a las maravillosas personas que hemos conocido. Y creo que los dos los hemos logrado. Hemos aprendido muchas cosas estos  intensos cinco días.
CLARA RODERGAS

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