Me es muy difícil tener que elegir un momento especial
del viaje porque todos los días me lo pasé muy bien, pero creo que mi mejor día fue cuando fuimos a Valdegeña, al pueblo de Avelino Hernández .
Sólo al bajar del autobús, ya me di cuenta que aquel
pueblo y yo teníamos algo en común. Valdegeña es un pueblo no demasiado grande
y de mucha antigüedad. La mayoría de las casas están hechas de piedra. Ricardo,
el hermano de Avelino, fue un guía
estupendo: me gustó mucho cómo nos
explicaba cómo era el pueblo cuando él y Avelino eran pequeños.
Desde la iglesia de San Lorenzo se podían ver campos
sembrados de trigo y el inmenso bosque que había al lado del pueblo. La
iglesia era de estilo románico
tardío. No era muy grande, pero en su
nave podían asistir a misa perfectamente todos los habitantes del pueblo.
Ese instante fue mi momento más especial, seguramente porque fue
entonces cuando tuve que recitar mi
poema delante de todos. Tenía un poco de miedo a equivocarme, pero al final me salió bien y todos mis compañeros aplaudieron.
Luego fuimos a visitar la antigua escuela. Tampoco ese
edificio era muy grande, pero seguro que
suficiente para la población de Valdegeña.
Ricardo comentó que ese edificio había sido también utilizado como
ayuntamiento y sala de baile.
A continuación nos dirigimos a la casa donde vivió
tantos años Avelino Hernández. Entre las
paredes de esa gran casa era donde Avelino maduraba las ideas que luego
recogería en sus libros.
Fuimos a comer todos juntos al hostal Mari Carmen de
Matalebreras. Me gustó esa comida: parecía que nos conocíamos de toda la vida,
que comíamos juntos cada día.
Por la tarde visitamos un pueblo llamado Noviercas. Me
gustó mucho el documental que vimos en el Torreón árabe. En tiempo de la
reconquista, la población se refugiaba allí cuando había el peligro de que el
pueblo fuese atacado, pues era un sitio muy seguro. Los habitantes del pueblo
sabían varios escondites que comunicaban con el Torreón. Aunque no siempre
tuvieron suerte: los enemigos incendiaban los campos para que así no tuvieran
comida con que alimentarse y si perdían la cosecha era una catástrofe para el
pueblo.
Este viaje ha sido una gran experiencia de
aprendizaje. He descubierto que se puede aprender Literatura, Arte y Ciencias
Naturales de una manera muy agradable, pero quiero terminar esta diario
diciendo que lo que más me ha gustado es hacer amistad con gente nueva, con la
que hasta ahora nunca habíamos tenido ni siquiera una conversación.
ADRIÀ AMETLLER
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