“Valdegeña
también es mi pueblo”. Es la frase que hemos leído al bajar del autocar, en un
viejo almacén en la entrada del pueblo. No sabemos cómo expresar la impresión
que hemos tenido al observar ese hermoso paisaje, los marcados caminos que
conducen a las antiguas casas de piedra, muchas de las cuales sólo están despiertas
en verano. Sólo hay siete habitantes, y tres se encargan de administrar el
ayuntamiento.
Hemos compartido
este día en blanco y negro con Ricardo Hernández y César Sanz, y hemos tenido
el privilegio de apreciar y disfrutar de su generosidad. Mientras nos guiaban
por el pueblo, hemos aprendido leyendas y vivencias personales todavía muy
presentes en Valdegeña. No sólo nos han mostrado las calles, sino que en sus
miradas hemos percibido su atención y curiosidad por nosotros: por nuestro tono
de voz al leer y recitar fragmentos de los poemas, por nuestros gestos… Ricardo,
César y Dolores han conseguido llegar completamente hasta nuestros corazones. Nos
gustó mucho, por ejemplo, uno de sus relatos: el de una casa que perteneció a Isabelita la
bandolera, una mujer que dirigía a principios de siglo a una banda de forajidos.
Ricardo, hermano
de Avelino Hernández, alcalde de Valdegeña, el de la boina, un hombre luchador
y comprometido con su tierra, ve la realidad de su pueblo, pero nunca se rinde.
La casa rural, que tanto esfuerzo costó para atraer a más gente a Valdegeña,
por necios intereses individuales terminó siendo un negocio privado para
disfrute de cazadores. Ricardo sigue confiando, esperando y deseando que algún
día vuelva a ser propiedad del pueblo. El hermano de Avelino desprende humildad
y una enorme pasión por la vida en todo lo que nos cuenta. Su ilusión y su bondad se reflejan en sus ojos, pocos
hombres de ochenta años son tan activos como él. Nos ha sorprendido lo abiertos
y confiados que, tanto Dolores como él, se han mostrado con nosotros. Han
abierto las puertas de su casa de par en par para nosotros, Ricardo nos ha invitado un vino hecho por él y
nos han ofrecido una fuente inmensa de almendras ya peladas. Ricardo y Dolores
son la generosidad y la bondad en persona.
César, reconocido
fotógrafo de las tierras de Soria, amigo de Avelino y Ricardo Hernández,
expresivo, observador del paisaje, de las miradas, de los contrastes de luz... A
lo largo del día ha dicho varias frases que siguen retumbando en nuestras
mentes: “La fotografía te acaba encontrando a ti”, “la pregunta importante es
¿cómo vivir? Y no ¿cómo sobrevivir?”, “desarrollar Soria en el aspecto humano y
humanista”, “el futuro de Soria pasa por creer en tu tierra”, “vive el aquí y el ahora, ofreciendo cada uno sus dones y sus talentos”,
“vivir el aquí y el ahora sin miedo, con libertad”, “LA LIBERTAD ES LA AUSENCIA
DEL MIEDO, Y SIN LIBERTAD NO ES POSIBLE LA CREATIVIDAD ”. Nos cuenta que el
ciclo de la fotografía ha terminado para él, y ahora tiene un nuevo proyecto de
agricultura biodinámica en Valverde de los Ajos.
En Matalebreras, hemos comido tertuliando como en el libro de
Avelino que leímos, “Mientras cenan con nosotros los amigos”. Como llovía, cuatro chicas (Assutzena, Carla,
Laura y Esther) han hecho una representación de la leyenda becqueriana “Los
ojos verdes”. Dramatismo, intensidad y pasión es lo que nos han transmitido en
cada detalle de su actuación.
Hemos pasado la
tarde en Noviercas, un pueblo asociado al universo literario de Bécquer. Allí Nuria
y Laia han recitado dos poemas durante el paseo. El original canon del primer
poema y el sonido del ukelele en el segundo permanecerán en nuestras memorias
por mucho tiempo.
Desde el mirador
de Valdegeña, Ricardo nos ha señalado los distintos torreones que se pueden
ver, y hemos tenido la suerte de entrar al torreón árabe. Montse nos ha llevado
hasta la terraza del torreón y hemos podido contemplar las bellas vistas, aunque
había también un cielo en blanco y negro.
Paula Nef y Núria
Gómez
Molt bon article. Per un moment m'ha semblat ser a Sòria amb voaltres.
ResponderEliminarJosep Bricullé