Era más o menos medianoche.
Se oyó cómo la campana de Abejar tocaba las doce. Después de horas de viaje en
autobús, de la vistita a Medinaceli y al Casino de la Amistad de Soria capital,
tras los nervios y la ilusión, llegó la
hora que más esperábamos: la noche. Mis compañeras de habitación y yo nos
reunimos en el dormitorio para poner un poco de orden. Al terminar, oímos
golpes en la puerta y seis personas aparecieron. Teniendo en cuenta que el
espacio era reducido y que ya, entre las camas y el suelo, éramos
aproximadamente doce personas, la sensación de estrechez era notable. Pero no
nos importó.
Unos golpes en la puerta
nos distrajeron de la charla. Era Jana
Medina con su guitarra. Enseguida se unió a nosotros. Se colocó en el centro de
la habitación, sacó el instrumento y empezó a tocar. Desafinamos un poco, en los
primeros intentos de cantar que hicimos, pero enseguida encontramos la melodía correcta.
A toda prisa buscamos en internet la letra. Los delicados acordes de “Boig per tu“ surgieron
de los dedos de Jana, cogimos el ritmo y
cantamos todos sin miedo. Todos juntos: los que se encontraban encima de la cama, y
los que estábamos en el suelo. Ese fue mi un momento mágico: cuando compartimos todos voz y sentimientos, tranquilidad y unión.
Anna Gómez
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