Sencillo el territorio, hecho de cereal en los campos y en los montes de carracas. Entrañables las gentes diezmadas por la emigración, carentes de algunas cosas materiales, ricas en otras vitales y siempre hospitalarias. Cotidiano el transcurrir apacible del tiempo, la naturaleza, las aves en los tejados; el ritmo natural de los quehaceres, el grato sobresalto de lo nuevo, el negro sobresalto de lo ingrato.
Querido viajero, visitante, internauta, lector, amigo: adéntrate en Valdegeña, puesto que hasta aquí has llegado. Queremos ir desgranando a tu paso lo que fuimos, lo que somos, lo que nos falta y lo que queremos.
Definitivamente, Valdegeña es uno de los pueblos más mágicos que he visitado.
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