Nuestro viaje a Soria no solo fue una excursión donde se aprendía literatura, también fue una intensa experiencia en la que pude descubrir partes de mí mismo que desconocía y enfrentar situaciones que creía que me superaban. Por miedo, por inseguridad… En la Poza Román, por ejemplo, muy cerca de Noviercas, cuando a pesar de mi miedo escénico, de mi timidez, de mi introversión pude tocar delante de más de 60 personas, acompañando a un amigo Iu, que recitaba el poema "Volverán las oscuras golondrinas" de Bécquer. No fue seguramente el momento más feliz del viaje, pese al apoyo de mis compañeros que sabían de mi problema y del esfuerzo que hice, pero si fue el más importante: ser capaz de tocar la guitarra aterrado de miedo delante de tanta gente, ser capaz de superar ese miedo, sé que me servirá mucho en el futuro. Sin la ayuda de mis compañeros no hubiera sido capaz.
El viernes, en la Laguna Negra, no pasaba por un buen momento. Empecé a recordar otra vez los pensamientos que me han atormentado durante mucho tiempo. El miedo al fracaso, a la frustración. De nuevo no era capaz de valorar lo que tenía. Subía la colina solo, cuando me encontré con Iu y Gerard, que me invitaron a caminar con ellos. Y, gracias mis amigos y a las bromas de Jordi, el profesor, dejé de sentirme solo y de pensar en cosas que no me hiciesen feliz. No paraban de arrancarme sonrisas, una tras otra. Al llegar arriba, y descubrir una pequeña cascada, la nieve y un paisaje precioso me sentí afortunado de estar donde estaba, con gente que me aprecia, que me quiere y que quiere estar conmigo. Valoré lo que es tener amigos de verdad, alcanzar juntos una colina y hablar de tonterías. Por esto creo que ese momento, en una pequeña colina de la Laguna Negra, fue el momento más feliz del viaje o al menos el momento que me hizo dejar de ver las cosas de la misma manera, siempre oscuras.
Raul Beltran Guerra
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