Valdegeña
es un pueblo cuyo reloj aparentemente está parado, no avanza. Un pueblo
diferente, un pueblo muy cordial. El tiempo parece no estar presente en el
páramo soriano, sin embargo, a su alrededor avanza vertiginosamente, por lo que este
pueblo es aún un lugar especial donde uno puede desconectar y reflexionar.
Un
lugar donde entiendes que la gente nunca te va hacer un desplante, donde te
sientes como en casa, que tiene siempre “las puertas abiertas”, como nos dijo
Ricardo, el hermano de Avelino Hernández.
A cada
viajero que pisa esas calles, que ve esas casas, que pasa un tiempo perdido en
las entrañas de esas tierras la experiencia le marca, pero sabe que él también dejará una huella.
Para
ellos , la gente que les visita les hace felices y quieren que recuerde su
estancia allí de una forma especial, como algo entrañable. Al
entrar puedes leer los nombres de los visitantes que te han precedido en cada
tesela.
Es un
pueblo silencioso y frío, tal y como Machado describía a Baeza en “el poema de
un día”, pero su gente, en cambio, irradia calidez. Para ellos, cada viajero es una alegría,
cada momento con él compartido constituye una vivencia especial; para cada pregunta tienen una respuesta
clara y agradecida porque sienten que interesarse por su tierra es lo mejor que les puede
pasar. No quieren que el pueblo quede en el olvido, desierto, por eso se alegran tanto con las visitas que acogen de esta forma tan hospitalaria.
Oriol Florentín
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