El hermoso
pueblo de Valdegeña se ha quedado unos años atrás. El señor Ricardo nos mostró
su casa en la que se observan espacios propios de hace un siglo; el
lugar destinado a guardar el trigo, en la parte alta de la casa o el corral, abajo, para dar calor a los habitantes.
La Valdegeña de hoy
es como un viaje al ayer. Aquel acogedor pueblo me transmitió cómo abusamos de
las nuevas tecnologías, ya que comprendí que con poca cosa se puede
tener calidad de vida.
La gentes de
Valdegeña son personas a las que no les cuesta nada hacer un favor o cumplir su
palabra ante algo. Tienen una mentalidad limpia, ajena a la corrupción ya que
están acostumbrados a vivir con poco, y ese poco les basta para todo porque conectan con lo esencial.
En el pueblo comprobé
que tienen unos pensamientos similares a los de Antonio Machado ya que, cuando mantuve
conversación con Ricardo y su mujer, pude apreciar en sus palabras cómo
pensaban realmente. Tanto ellos como Avelino Hernández saben que todo fluye y que se tiene que
aprovechar el momento. Pude deducir de las vivencias y las anécdotas que me
contaron que habían vivido al máximo la vida; nos transmitieron que también lo
hiciéramos nosotros. Realmente, ellos son el tipo de personas que muchos quieren llegar a ser o
tener como amigos.
Adrià Roig
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