Antonio Machado, El Cantar de Mio Cid, Gustavo Adolfo Bécquer, Gerardo Diego, Avelino Hernández, Mercedes Álvarez ...

viernes, 13 de mayo de 2011

Momentos inolvidables

Cuando cogí un bolígrafo y una hoja, no sabía por dónde empezar. Si por el inicio, por el final o por lo que más me gustó del viaje. Decidí contar de todo un poco.
Comenzaré contando cuando estaba en el bus, tan nerviosa, antes de salir hacia Soria. Estaba muy nerviosa porque ya tenía muchísimas ganas de estar allí. Cada segundo me parecía una eternidad. Eran más de las 7:00 AM y no salíamos. Los profesores dijeron que faltaban dos personas que todavía no habían llegado. Uno, Roger, no podía venir porque estaba enfermo y el otro, Maicol, porque se había quedado dormido. Pero luego, todos felices: ¡viajábamos rumbo a Soria!
Desde la ventanilla del bus miraba el paisaje: los campos verdes, los pueblos pequeños, más allá los cerros cenicientos... Me fijaba sobre todo en los pueblos pequeños y abandonados, en las casas en ruinas, que contagiaban, al verlas tan vacías, una extraña sensación de tristeza... En mi mente me imaginé enseguida esas casas y esos pueblos con gente y eso me hizo recordar aquellos momentos en que mis abuelos vivían también en pueblecitos así. También en Perú la gente deja sus pueblos para irse a las ciudades, o a Estados Unidos, o a Europa, siempre en busca de un mundo mejor, donde haya más oportunidades.
El segundo día recorrimos las tierras de Antonio Machado. Iniciamos nuestra ruta en la Ermita del Mirón y los Cuatro Vientos, uno de los miradores más populares de la ciudad. Desde allí se puede contemplar muy bien “la curva de ballesta que traza el Duero en torno a Soria”, pero lo que más me llamó la atención fue una estatua de hierro que representa la silueta de dos personas: eran las siluetas de Machado y de su amada Leonor. Aquella estatua me encantó, estaba situada en un lugar perfecto y el aire que se respiraba te llenaba de tranquilidad y armonía, aunque también sentías tristeza por la llegada temprana de la muerte (sabíamos la historia de Machado y Leonor) y aquel “milagro de la primavera” que soñó el poeta y nunca llegó. Pero sobre todo sentías la felicidad que vivieron Machado y su amada. Aquel día fue uno de los más hermosos que he vivido. Hacía mucho frío, pero eso no importaba, lo que importaba es que estaba conociendo esos lugares y aprendiendo muchas cosas que no sabía. La historia de amor de Machado y Leonor me encantó. Ese día estuvo lleno de momentos hermosos que nunca olvidaré: el paseo entre San Polo y San Saturio, el aula de Antonio Machado, cuando conocimos a César Sanz en el Casino de la amistad….
El viaje terminaba y todas las experiencias que vivimos, pronto se convertirán en recuerdos, pero serán recuerdos que nunca olvidaré.
Abigail Zegarra

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