Antonio Machado, El Cantar de Mio Cid, Gustavo Adolfo Bécquer, Gerardo Diego, Avelino Hernández, Mercedes Álvarez ...

jueves, 12 de mayo de 2011

Soria, otro mundo

Hoy ya es el último día. Hemos pasado 3 días rodeados de preciosos paisajes, pueblos antiguos y gente humilde... ¡Ha sido increíble! Sí, creo que la palabra que mejor define este viaje es “increíble” ¡Ha sido un viaje increíble!
Ocho de la mañana. Todos nos levantamos con prisas, corriendo a la ducha para no llegar tarde al desayuno. Muchos están recogiendo la habitación, ordenando la ropa en las maletas, otros aún están luchando contra la poderosa fuerza de abducción que hoy tienen las sábanas (ha sido una noche bastante movidita para algunos). Hoy es el último día y aún nadie se ha dado cuenta de cómo nos despide Soria, nuestra Soria, en este viaje: grandes copos de nieve cubren la tierra como si de una capa fina de seda blanca se tratase. Realmente precioso.
¡A desayunar! ¡Qué hambre tenemos todos después de esta noche larguísima! Aunque muchos, rendidos ante las fuerzas hoy sobrenaturales de nuestras queridas sábanas, renuncian al desayuno. Acabar rápido de preparar la maleta pues... ¡Soria, la ciudad, nos espera! En un principio, tendríamos que haber ido de excursión a la Laguna Negra pero por problemas climatológicos, hoy nos espera un día tranquilo en la ciudad. ¡Qué caras de ángeles tienen todos durmiendo en el autocar! ¡Cualquiera diría que ayer estos angelitos estuvieron dando guerra hasta las tantas de la noche!
¡Pero cómo nieva y qué frío! ¿Un café caliente? Porque no. Nos dirigimos, ya separados (cada uno con sus mejores amigos), en busca de un bar. Como se agradece la cálida temperatura del Collado 58. Después de matar el aburrimiento jugando a cartas, nos dirigimos a comer a un restaurante. Un menú por 8 euros que no está nada mal. En Soria cocinan realmente bien, no tengo ninguna queja sobre los platos que nos han ofrecido en el albergue y en los restaurantes.
Tres de la tarde, hora de despedirnos. De camino a casa, miro con nostalgia los paisajes bañados de oro blanco que seguramente muchos tardaremos en volver a ver. Después de una paradita en Zaragoza, la hora del concurso. Divertido y distraído concurso. Cada uno anima a los de su clase para, de alguna manera ser, uno de los ganadores. Muchas risas. Por fin tenemos un ganador, ¡Ricard Rahuet! Echando una ojeada a su premio, el libro de fotografía Campos de Castilla y otros universos machadianos de César Sanz, me he dado cuenta de lo poco que apreciamos la belleza de la naturaleza. Las fotografías son magníficas y el paisaje es increíblemente precioso. Las fotografías de César transmiten una gran paz interior, al verlas se te ponen los pelos de punta: es el asombro ante tanta belleza. Hago balance de estos días en el autobús: con lo que me quedo del viaje son con los paisajes y, sobre todo, con la visita al Instituto Antonio Machado. Me encantó esa aula donde había tantos escritos y fotografías del poeta en las paredes. Fue como un viaje al pasado. Me cautivó la sabiduría del director, me gustaron mucho sus palabras.
Y ya hemos llegado, los padres nos esperan impacientes y nosotros, aunque no nos guste reconocerlo, también los hemos echado un poco de menos. Y aquí se acaba todo. Ha sido un placer haber compartido esta experiencia con gente tan maravillosa. Gracias.
Maria Ripoll

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