Antonio Machado, El Cantar de Mio Cid, Gustavo Adolfo Bécquer, Gerardo Diego, Avelino Hernández, Mercedes Álvarez ...

miércoles, 3 de junio de 2015

La Casa de los poetas

En “La casa de los poetas” me sentí pequeña. No fue ni por la altura ni por la edad, sino por el hecho de que esas paredes estaban llenas de la historia y de los libros de grandes escritores ligados a Soria, de verdaderos artistas. Comparada con ellos, yo era una simple chiquilla intentando escribir algo que estaba todavía infinitamente lejos de las  obras de esos poetas.
El guía nos iba explicando entusiasmado la vida de aquellos autores: la vida amorosa de Bécquer, curiosidades del paso de  Machado por Soria o de la gran inteligencia de Gerardo Diego. Pensé que seguramente estos tres poetas  (y tantos otros) habían empezado algún día  como yo, con unas primeras líneas mal escritas y que no reflejaban exactamente lo que querían decir. A lo mejor repetían también muchas veces la misma palabra, o se quedaban a medias de un escrito porque se les agotaba la inspiración.
Espero que algún día podré decir que mi novela ha sido posible gracias a que he tenido unos increíbles referentes de los que he aprendido mucho (aunque ellos sean poetas, son parte de mi inspiración). Mi objetivo  no es ser como ellos, sino encontrar mi pequeño rincón en la literatura y en el mundo,  que la gente comprenda lo que yo siento cuando escribo esas páginas, que lloren como yo lloré, y que rían como yo también reí. Quiero hacerles sentir a los lectores de mil maneras distintas, como ellos me han hecho sentir a mí tantas cosas con sus poemas.

Cuando entré en “La casa de los poetas”, sentí mucha curiosidad y ganas de memorizar cada uno de los detalles que descubría. Yo tengo una especial debilidad por Bécquer, no solo porque su vida amorosa parezca  de locos y me recuerde a una telenovela latinoamericana, sino porque sus poemas me atraen extrañamente, como si sus palabras me enmantaran. Hay un poema de Bécquer que para mí es excepcional y que  es siempre el que me viene a la mente cuando me preguntan por él. He encontrado en esos versos una parte de mí, como si Bécquer hubiera reflejado en esas estrofas  lo que yo he sentido: “Volverán las oscuras golondrinas” es sin duda uno de los poemas más bonitos que he leído nunca. . Me encantó también aquel video de “El monte de las ánimas”, misterioso y tenebroso, como la misma leyenda.
La verdad es que estuvo realmente genial la visita. Como ya he comentado antes, la parte más interesante para mí fue la de Gustavo Adolfo Bécquer, pero en realidad, en todas las secciones había aquella cosita te no te dejaba perder el hilo de la visita.
Esa noche nos fuimos a dormir con otra lección de literatura bien aprendida.

                                                                                                                        
Bet Riba

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