Antonio Machado, El Cantar de Mio Cid, Gustavo Adolfo Bécquer, Gerardo Diego, Avelino Hernández, Mercedes Álvarez ...

jueves, 17 de marzo de 2011

El viaje de vuelta

El viaje de vuelta
Cuando me propuse a escribir esta página de diario no sabía por dónde empezar. Había muchas cosas que me parecían dignas de ser inmortalizadas, pero sólo lo he visto claro en el último momento: escribiría sobre la vuelta a casa. La primera mitad del viaje de vuelta ha tenido un tono apagado y hasta melancólico. Dejábamos atrás la hermosa vista con el Moncayo al fondo y, poco a poco, esos campos y colinas que describió Antonio Machado en Campos de Castilla, se transformaban en el familiar paisaje al que estoy acostumbrado: de la “tierra árida y fría” empezaban a salir olivos y viñas. Y esa semana en que viví apartado de todas mis preocupaciones, se iba convirtiendo otra vez en la inminente rutina de cada día. De ahí la inevitable melancolía. Los recuerdos del viaje iban aflorando poco a poco: el paseo entre san Polo y San Saturio, el aula de Antonio Machado, la tarde en la que conocimos a César Sanz... El viaje terminaba ahora y todas las experiencias que vivimos, pronto se convertirían en recuerdos.
He escogido este momento para llenar esta página, porque fue entonces cuando pude comprender el ideal romántico del viaje: un viaje sin más motivo que contemplar la belleza de la tierra que visitas. Estas últimas horas en el autobús, con mi música favorita de fondo, cansado pero sin poder dormir y sin poder parar de preguntarme si todo esto que he ganado hoy, se desvanecería mañana, y si estos sentimientos se convertirían en meros recuerdos...
La segunda parte del viaje de vuelta ha sido mucho más animada. He dejado a un lado todas estas reflexiones y he seguido el concurso que se ha organizado sobre conocimientos del viaje, disfrutando sobre todo de la ronda final en que se decidía el ganador definitivo. Tras un largo trayecto por carretera, hemos llegado a casa. El frío ya quedaba lejos y una parte de mí deseaba profundamente prolongar este viaje, porque aunque se vaya a convertir sólo en recuerdo, un recuerdo erosionado poco a poco por el tiempo, ahora es mucho más y merece ser inmortalizado en palabras.
Josep Sánchez

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