Antonio Machado, El Cantar de Mio Cid, Gustavo Adolfo Bécquer, Gerardo Diego, Avelino Hernández, Mercedes Álvarez ...

jueves, 17 de marzo de 2011

Entre San Polo y San Saturio

Miércoles, 2 de marzo: Entre San Polo y San Saturio.

Notaba la brisa fría cerca del Duero y me di cuenta de que los álamos me robaban los ojos, aquellos álamos llenos de “iniciales y cifras” de enamorados, escritas con ilusión y pasión... Pronto me sentí aludida: sentía un desenfrenado deseo de ser también yo dueña de aquellos árboles y protagonista de aquel momento.

Mientras respiraba ese aire encantado que hay entre San Polo y San Saturio, y me imaginaba los paseos solitarios de Machado, decidía en qué álamo quería dejar mi marca. Tenía que ser alto, alegre, de color plomizo y reservarme un espacio entre todos aquellos enamorados que alguna vez habían sentido lo que yo sentía en aquel instante. Percibía que aquellos bellos álamos atraían todas las miradas del paseo. Un camino largo, reflexivo y lleno de esperanza que se trazaba paralelo al Duero. Sabía que había enigmáticas leyendas escondidas en las colinas y montes, y eso aún hacía más sugerente aquel paisaje seco y frío de Soria, una ciudad donde aún perdura la historia de amor entre Antonio Machado y Leonor.

Y entonces lo vi: era un árbol especial. Aquel álamo era el ideal para escribir la cifra que tanto marcó mi destino. Me acerqué a él con cuidado, estaba un poco desviado del camino. Me sentía afortunada, tenía mis razones para serlo, y empecé a dibujar aquellas fechas en qué comenzó el amor. Cogí una piedra que estaba debajo de su tronco y sin querer hacerle daño, escribí una cifra más, pero esa vez era la nuestra. Nuestra fecha y nuestras iniciales resaltaban verdes en la corteza polvorienta del álamo.

Con ternura observé por última vez ese lugar y, sumergida en mis pensamientos y absorta en el frío, me fui. Pero sabía que aquella marca nunca se borraría. Los vientos helados de Soria la protegerían y nunca nadie podría hacerla desaparecer. La magia de descubrir el mundo solo te alcanza si eres capaz de implicarte en los nuevos lugares que encuentras. Y eso es lo que me pasó a mí en el paseo entre San Polo y San Saturio: sentir que ese lugar que también había sido especial para otros, ahora lo era para mí.

Ana Segura Altés

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